Discursos Reales

SM el Rey dirige un mensaje a los participantes en la mesa redonda de alto nivel en la ONU sobre “El poder de la educación en la prevención del racismo y la discriminación: el caso del antisemitismo”

SM el Rey Mohammed VI dirigió un mensaje a los participantes en la mesa redonda de alto nivel sobre “El poder de la educación en la prevención del racismo y la discriminación: el caso del antisemitismo”, organizada, hoy miércoles en Nueva York, al margen de la 73 sesión de la Asamblea General de la ONU.

He aquí el texto completo del Mensaje Real, que fue leído por el jefe del gobierno, Saad Eddine El Othmani: 

"Loor a Dios, la oración y el saludo sean sobre nuestro señor enviado de Dios, su familia y compañeros

Señor Secretario General de las Naciones Unidas,

Señora Directora General de la UNESCO,

Señoras y Señores Jefes de Estado y de Gobierno,

Excelencias, Señoras y Señores,

En primer lugar, quisiera rendir homenaje a la UNESCO por la destacada labor que ha llevado a cabo a favor de la educación por la paz, bajo la supervisión de su Directora General, Su Excelencia Doña Audrey Azoulay.

El encuentro de hoy tiene lugar en un contexto en que varias regiones del mundo se inscriben dentro de unas lógicas de exclusión, retraimiento y rechazo del Otro. Con demasiada frecuencia, los migrantes son erigidos en chivos expiatorios, los refugiados instrumentalizados y las minorías estigmatizadas.  Los discursos de odio se multiplican, alimentando el racismo, la xenofobia, la islamofobia, el antisemitismo y muchas otras formas de discriminación, que vienen a constituir un caldo de cultivo donde prolifera el extremismo violento y se propaga la inseguridad.

En efecto, el racismo en general y el antisemitismo en particular, no son de ninguna manera opiniones. El antisemitismo es el antónimo de la libertad de expresión. Manifiesta la negación del Otro y constituye la admisión de un fracaso y la insuficiencia e incapacidad para coexistir; es el regreso anacrónico a un pasado mítico.

¿Acaso es este el pasado que queremos transmitir como legado a las generaciones futuras? La antorcha que les cederemos no puede ser oscurecida por estas calamidades que carcomen a tantas sociedades.

Sin embargo, la batalla contra estas plagas no se puede improvisar; ya que no encaja en lo militar ni tampoco en lo presupuestario, pero sí en lo pedagógico y cultural. Este combate lleva el nombre de “educación”, por eso lo tenemos que ganar; por el interés de nuestros hijos, que en el futuro serán los embajadores que lo portarán.

Excelencias,

Señoras y Señores,

La educación es el único éxito que siempre puede pretender ser individual y colectivo, a la vez, ya que posee este poder insigne y esencial de superar el miedo al Otro, rechazar las amalgamas y desmontar los prejuicios. Poderoso antídoto y arma saludable, es también el cemento de la cohesión, un vector de la igualdad y una condición sine qua non para el desarrollo.

Como prolongación de las Orientaciones que explicitamos en el Discurso del Trono del 29 de julio pasado, Hemos procurado colocar las cuestiones de la juventud en el centro del nuevo modelo de desarrollo adoptado por Marruecos.

Resueltamente comprometido con la realización de la Agenda 2030, el Reino de Marruecos ha hecho de la promoción de una educación de calidad, la fuerza transformadora que vincula los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Esta educación de calidad debe enseñar la Historia a nuestros hijos, en la pluralidad de sus relatos, evocando los momentos gloriosos de la Humanidad y también sus momentos más oscuros; debe desarrollar su apertura sobre el mundo y sobre la diversidad humana y cultural; ha de forjar mentes vivas, tolerantes y prudentes, que se sentirán realizadas en países como Marruecos, donde las culturas y las civilizaciones dialogan libremente y se enriquecen mutuamente.

Excelencias,

Señoras y Señores,

Mi país, punto de encuentro de las civilizaciones árabe islámica, africana y judeocristiana, siempre ha sido fiel a la tradición inmutable de moderación, coexistencia y comprensión mutua.

La historia de los judíos marroquíes es una prueba muy elocuente de ello. Asumida por los Sultanes y Reyes de Marruecos, es la historia de un destino cruzado y de una continuidad histórica que siempre ha considerado "a los judíos como ciudadanos marroquíes que tienen los mismos derechos, iguales y completos, que sus hermanos musulmanes". De este modo, judíos y musulmanes se frecuentaban cotidianamente, se enriquecían mutuamente y se impregnaban de sus respectivas educaciones.

En efecto, la realidad de la coexistencia religiosa es tangible en diferentes ciudades del Reino, donde coexisten mezquitas, sinagogas e iglesias. He aquí la imagen que queremos dibujar en las mentes de nuestros hijos y el legado que les queremos dejar. Este es el mensaje de paz que hemos venido transmitir, dando a la educación el destacado lugar que unánimemente le corresponde.

Muchas gracias.

Wassalamou alaikoum warahmatoullahi wabarakatouh".